¿Nos ha pasado que en un espacio de varias horas podemos sentir múltiples emociones y hasta opuestas? Ese sube y baja es como en una montaña rusa sin control, sin embargo, es posible armonizarlo cuando buscamos la calma interior.

En efecto somos seres emocionales y eso no dejará de ser.

Pero no solo somos eso. Nuestra naturaleza trascendental es conciencia, paz, amor y verdad. Cuando reconocemos eso y vivimos en certeza de que estar vivos es un regalo, añadimos a la práctica de conocimiento de la mente, podemos aumentar la calma para dominar algunas emociones que surgen del miedo y que a veces nos meten en problemas.

Respirar conscientemente y pensar antes de hablar es suficiente para, como primer paso, reconocer nuestra emoción y hacer pausa a la reacción. Sin embargo, no significa que dejaremos de expresar lo que se siente o lo que se debe de decir, para todo hay un momento y es sabio no ocultar quiénes somos desde nuestra realidad, esto nos ayuda de igual modo a ser compasivos unos a los otros. O sea, la mejor fórmula es buscar el balance entre ambas; no reaccionar y expresar lo que se siente.

Ahora supongamos que en la carretera nos hacen o hacemos el clásico corte de pastelillo, ¿cómo sería si no reaccionamos? Nos quedaremos tranquilos, no se nos acelera el corazón, podemos hasta sonreír y mejor, dar gracias que nada pasó. Así, otros ejemplos en nuestro día a día, donde podemos reaccionar diferente. De igual modo podemos integrar esto a experiencias de más peso, lo bueno es que mientras nos sucede, podemos ir aprendiendo.

Es trabajo de momento a momento.

Sugerencias:

-Relajación.

-Autoevaluarnos con frecuencia.

-Confiar en el proceso de cada día.

-Mantenerse positivo.

-Comer y dormir saludablemente.

-Desarrollar tolerancia y empatía.

-Reaccionar diferente a situaciones repetitivas.

-Observar resultados cuando se hace el esfuerzo