Grisselle Soto Vélez rinde homenaje al archipiélago borincano desde los ojos de una nueva generación que, valora la belleza natural del terruño y la expone ante el mundo en su propio lenguaje.

Ese amor patrio queda plasmado en la obra de esta artista plástica oriunda del barrio Callejones de Lares, quien ha dedicado su vida profesional al servicio del país a través del desarrollo de currículos y la enseñanza del arte en distintos niveles académicos. A sus 55 años, Soto Vélez valora la oportunidad de encaminar a otros, mientras se deleita en crear una propuesta que enaltece el paraíso borinqueño en una revolucionaria paleta de colores.

“Yo siempre dibujé, era lo que nosotros siempre teníamos acceso en aquella época cuando éramos niños. Fue hasta que llegué a escuela superior que tomé una clase de arte y el maestro, míster Segarra, me habló de que existía otro mundo en que yo me podía desarrollar”, expuso la hija de Aidé Vélez López y Reinaldo Soto Torres.

Rápidamente, su talento fue despuntando en un universo que le abrió puertas hasta llevarla a explorar alternativas que jamás soñó. Primero, completó un bachillerato de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño. Luego comenzó a dar clases en la escuela pública de Lares.

Los colores de nuestros paisajes son destacados en su obra.
Los colores de nuestros paisajes son destacados en su obra. (Xavier Garcia)

Años después, “el Departamento de Educación me dio la oportunidad de hacer maestría en México, así que soy egresada de la Universidad Autónoma de México con altos honores. Allá participé de exhibiciones en varias instituciones mexicanas”.

Al reintegrarse a sus labores docentes en la Isla, “me dan la oportunidad de dirigir el Programa de Bellas Artes en el Departamento de Educación (2001-2008), donde empecé a trabajar con currículo y desarrollo profesional a maestros”.

“En el 2010, me integro a la Escuela de Artes Plásticas como profesora del Departamento de Educación del Arte. Allí también trabajé con la revisión curricular del programa. Al tomar un descanso como profesora en la isla fui a trabajar al Departamento de Educación en Washington, D.C.”, expuso.

Tras la pandemia del Covid-19, regresó a su tierra y completó un doctorado en educación y currículo de enseñanza de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Sin embargo, algo inquietaba su ser.

“Cuando termina la pandemia retomé una asignatura pendiente que era pintar. Pero había que hacer un servicio al país. Sé que hice un buen trabajo y ahora hay que retomar aquello para lo que nací, que fue hacer arte”, confesó la creadora del monumento a la Miss Universo 2001, Denise Quiñones, el cual engalana la entrada a su pueblo.

Como artista, le llama la atención el amor que demuestran los jóvenes hacia el país y la bravura de quedarse aquí a pesar de las circunstancias que viven. Así lo expresa en su obra especializada en retrato y paisaje.

“He estado trabajando cosas que las demás personas no necesariamente ven y noto que hay un amor de estos jóvenes de hoy por Puerto Rico que los hace mantenerse aquí, a pesar de las circunstancias... es maravilloso. Eso se vive en la isla”, manifestó la también presidenta de la Asociación Puertorriqueña de Artistas Plásticos, adscrita a la Unesco.

Entre sus piezas resalta la “Diosa del bosque”, una mirada a las raíces africanas a través de la modelo Kiara Sevilla.

“(En la obra) vas a ver, con sutileza en el tul, lo que son los colores de la bandera de Nigeria y la de Loíza, que acentúa esas raíces africanas. Es una mirada intrigante, una mirada que tiene una medio sonrisa que descansa, pero con cierta seriedad y está diciendo: Te dejo pasar, pero con cierto cuidado”.

De otro lado, la “Diosa del azul cuaresma” acentúa un fenómeno que transforma el color del océano Atlántico que baña la costa norte de Puerto Rico.

“La ‘Diosa del azul cuaresma’ es porque entre enero y abril, el norte de Puerto Rico no produce flora marina y al no producirla no sube clorofila a la superficie. Por lo tanto, el azul que vas a ver tiende a ser púrpura. Eso se va a ver mucho desde Barceloneta hasta Quebradillas. Pero en San Juan, si vas a edificios altos, lo verás en el horizonte, se marca una línea bien fuerte”, agregó.

Se trata de una pintura, “donde integramos el paisaje con la figura. Mi línea de trabajo son las formas de vivir la isla”.

Por eso los paisajes tienen una línea similar.

“En este caso representan el carácter épico del cielo. La gente que viene a Puerto Rico y logra notar esa diferencia que hay en el cielo quedan fascinados. Entonces, el cielo sigue siendo una búsqueda identitaria de lo que nosotros somos como puertorriqueños. No importa en qué parte de la Isla estés, mirar al cielo es una forma de liberación y de recreación”, afinó.

Precisamente, su crianza en Lares le permite descubrir en otros su propio amor por la hermosura patria.

“Me crié en este campo, caminando por el monte y ese amor que uno aprende a tenerle a la tierra, verlo en esta generación de jóvenes en la manera en que se disfrutan la isla es esperanzador. Es una esperanza viva, activa, porque ahora con las redes sociales puedes verlo y sentirlo y, aunque parece jolgorio, en el fondo hay un amor muy especial. Es un grito de amor”, concluyó.

Para detalles: grisselle.soto.velez en Instagram.